Antonio Carrizo
Agosto 2009
En el “Tratado sobre la pintura” Leonardo da Vinci sostiene que el arte “presenta las obras de la naturaleza a los sentidos con verdad y certezas mayores que las letras y las palabras”. Hoy, en épocas de reproducción digital y asistida, esta afirmación no ha perdido su fuerza. La mayor participación de la imagen en la apropiación y construcción del mundo también conmueve a la labor periodística donde se incrementó la necesidad de comunicar rápida y sintéticamente los hechos informativamente significantes.
El fotoperiodista, como el pintor, están obligados a encuadrar los elementos que buscan representar y a ordenarlos en un plano visual de acuerdo a ciertas reglas compositivas. Ambos productores culturales reinterpretan el mundo y lo ponen a disposición de los espectadores para nuevas y variadas lecturas. Sin embargo, el exclusivo campo artístico sólo reconoce a uno de ellos como legítimo creador.
Carrizo presenta su lectura de la ciudad, de sus miedos, violencias, gestos, esperanzas, rituales y sentidos, congelados por el clic mágico que los captura antes de su evanescencia final. Fugaces, las imágenes de Antonio, nos permiten vernos, casi de refilón, como cuando nos reflejamos en la ventanilla del auto que pasa.
Gustavo Blázquez
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