Tengo la vista cansada de pasar tanto tiempo frente a la pantalla.
Me refriego los ojos y se me cae una lágrima, la emoción aprovecha el descuido para colarse en mis pensamientos.
Extraño abrazar a mi abuela, tomar un mate en el río con mis amigas o bailar entre desconocidos en alguna fiesta improvisada.
La nostalgia me invade. Ya no es tiempo de abrazos, de tocarse ni de darnos las manos.
Pienso que las formas de encontrarnos mutaron y que la nueva normalidad es una invitación a jugar en nuevos escenarios que configuramos en la frontera entre el cuidado y la nostalgia de los abrazos.
Suspiro. Me acuerdo que mañana tengo un cumple en el parque y sonrío.
La nostalgia me invade. Ya no es tiempo de abrazos, de tocarse ni de darnos las manos.
Pienso que las formas de encontrarnos mutaron y que la nueva normalidad es una invitación a jugar en nuevos escenarios que configuramos en la frontera entre el cuidado y la nostalgia de los abrazos.
Suspiro. Me acuerdo que mañana tengo un cumple en el parque y sonrío.
Paula Ingaramo