Fuego Neutro es un proyecto de fotografía documental que explora la cultura del tiro y de las armas en Suiza, uno de los países más armados y pacíficos del mundo. El espíritu del mismo es el de un viaje etnográfico visual en el colectivo de tiradores suizos, sus códigos y valores, sus instituciones, sus rituales y símbolos, al tiempo que explora visualmente la paradoja que encierran el paradigma de Suiza y la idea común en torno a las armas. 

Esta serie sintetiza en un objeto personificado deseos de ostentación de aquella infancia alejada, donde está la imagen de ese gran sueño de entrega en cuerpo y alma.

Son cuerpos que adolecen mimetizándose en pasiones guardadas en el Inconciente, mediante una imagen bella, feliz, reconfortante, dejando entrever la morada de aquella infancia.

Fanatismos determinantes del mañana, de niños, un “juego inocente”; de grandes, tal vez, un “juego peligroso”.

Pasión por las cartas, muñecos, lápices, témperas, soldados, pelotas, barbies, osos de peluche… muestran que el juego aún no ha terminado.

-Los puntos que forman el dibujo, ahora indican lugares.

-Tomar una posición. 

- Luego dirigirse hacia aquellos puntos (principio de incertidumbre) sin necesidad, sólo por la pulsión del deseo.

- Esa es la única consigna. 

Franco e Inés nos acercan los resultados de un proyecto casi documental donde registraron las reuniones de coleccionistas de automóviles devenidos íconos de una cierta argentinidad y también de una determinada masculinidad como el conocido Fitito de los años ‘70 o la seductora y ochentosa Coupe Fuego GTX. Cada domingo, los interesados se reúnen en Parque Roca en la ciudad de Buenos Aires para protagonizar el repetido ritual de estacionar a 45º, sacarle brillo a los cromados, lustrar los espejos y levantar la tapa del capot para exhibir, como si se tratara del secreto del mundo, el motor poderoso y reluciente.

Un día de sol, la reposera, la heladerita, sándwiches de milanesa, una gaseosa familiar, niñitos que corren, enamorados que se besan, forman parte de esta ceremonia donde buscamos reapropiarnos del poder otorgado a los objetos de la cultura de masas y convertirlos en símbolos de sueños utópicos. Mercancías y fetiches, como el imán que se coloca en el tablero, cerca de la radio y del volante, los autos aparecen como brillantes objetos de deseo; máquinas que, además de transportarlo, hacen a su dueño el protagonista de un cuento de hadas del siglo pasado. 

-Maestro, los colores, son reales?

-Los colores son pulsos de magnetismo y electricidad. Por si mismos no poseen propiedades visuales en absoluto. Cuando nadie los mira, ni el planeta Marte ni el arco iris tienen color. Somos animales que responden a la invisible estimulación electromagnética; nuestras retinas y cerebros conjuran la experiencia de los espectrales colores.

Mientras ciertas variables permanezcan ocultas, podemos seguir jugando a creer, podemos hablar de azar, de milagros y de magia.

A veces a fuerza de no tener explicación termina no necesitándola.

Se sospecha que cuando no las miramos, estas fotografías no existen. Ziccarello nos fuerza a ser observadores activos frente al vertiginoso y adictivo color.

Nadie recuerda su primera inhalación  y nadie tuvo la suficiente perspectiva como para recordar su última exhalación. Pero con estos trabajos realizados por Ziccarello,  puedo jugar a recordar mi primera visión y a adivinar la última. Ese frame perdido y único que separa (o une) los dos grandes estados: estar o no estar.

Ese pasaje en donde queda claro que lo que vemos no es eso que está allí, sino el paisaje holográfico que nuestro aparato observador despliega a partir de eso que miramos.

Mi rojo es muy distinto al tuyo, y casi opuesto al rojo de aquel.

Pues, esta muestra de Pablo Ziccarello no será dos veces la misma. Conjura los recuerdos  del observador sin distracción alguna. Una fuente de recapitulación y autoconocimiento.

Pero todo esto es consecuencia del más llano trabajo, de la más ardua expedición.

Como la brillante, esférica, monocroma superficie de un fruto perfecto que contrasta con su opaco pero vital entorno de hojas, ramas, tierra y pasto, estos trabajos que usted ve, emergieron entre otras texturas, otras decisiones, cantidad de pruebas fallidas, malos entendidos y tendencias dudosas.

El aprendiz sorprende al maestro. El maestro se da cuenta que el aprendiz lo nota. De repente ya no hay maestro ni aprendiz. Ambos  lo saben al instante. Sus caminos se separan. Así y todo, a último momento, el maestro alcanza a pegarle un coscorrón.

 Ernesto Ballesteros

Es abril, afuera es otoño, y pronto, una vez más, los árboles van a perder unas hojas que ya no serán verdes. Para conjurar el invierno que se avecina, la FotoGalería, en la primera muestra del año X de su existencia, se viste de primavera. Julia Romano ofrece flores, ramos de elegantes rosas o simples periantos del campo, estambres y pistilos amarillos y pétalos color carne, rastros de flores que dejan ver el cielo o el maizal. Como si fueran estampados sobre la tela de un biombo laqueado o en la de un vestidito para tarde soleadas o un fragmento diminuto de una pintura de Fragonard, las obras expuestas, experimentan con la representación como cuando entrecerramos los ojos para ver el mundo a través de las pestañas. Pasen y viajen.    

Gustavo Blázquez 

La FotoGalería, atendiendo a su pertenencia universitaria, se piensa como algo más que un espacio de exhibición. Además de paredes blancas, nuestro espacio apunta a la formación artística y la reflexión en el campo de las culturas visuales. Para cumplir con este objetivo cada año se realiza una convocatoria y selección para artistas de la fotografíaquienes durante un tiempo trabajarán con Susana Pérez, “nuestra” curadora.

En esta oportunidad, presentamos los primeros productos de este nuevo trabajo de equipo. Pablo Género, Luis Gómez y Mariana Richardet fueron seleccionados en 2011 y comenzaron a recorrer los caminos que los llevaron por ahí, por casas y patios donde se encontraron con los fantasmas de la luz. Como en las esotéricas fotos del aura, los artistas atraparon la presencia del pasado en un presente que ya es pasado.

El artificio, la pose, el encuadre, la luz proyectada permiten la construcción de unas imágenes oníricas y perversas como la hora de la siesta que nos pregunta: ¿de qué están hechos los recuerdos?

La FotoGalería, atendiendo a su pertenencia universitaria, es algo más que un espacio de exhibición. Además de paredes blancas, nuestro espacio apunta a la formación artística y la reflexión en el campo de las culturas visuales contemporáneas. Para cumplir con este objetivo cada año se realiza una convocatoria y selección para noveles fotógrafos quienes durante un tiempo trabajarán con Susana Pérez, “nuestra” curadora.

En este Julio de 2011, presentamos los resultados de una nueva convocatoria. Micaela Damico Bossio y Agostina Bertazzo fueron seleccionadas en 2010 y comenzaron a recorrer los caminos que las llevaron por ahí, con pocos mapas y sin compás, para traernos imágenes de la memoria, espacios vacíos, escombros, árboles perdidos entre los edificios y palabras presas en cajas de burócratas. ¿Qué vemos? Pequeños trozos de algo que se impregna en nosotros, como los aromas de la cocina, recordando lo que ya fue y lo que queda de ello: fotografías.